Jerry Essan Masslo nació en 1959 en Sudáfrica. Se compró un billete de avión en Nigeria vendiendo su reloj y un brazalete de oro. Aterrizó en el aeropuerto de Fiumicino en 1988. En el verano del año siguiente, él y sus amigos viajaron a Villa Literno, en Caserta, para la recogida del tomate. Una noche fueron atacados por unos asaltantes racistas que querían atracarles. El asesinato de Jerry Essan Masslo dio pie la primera manifestación antirracista en Italia, a la que asistieron más de 200.000 personas.
Han pasado más de treinta años desde su muerte, unos años en los que en este país se han sucedido asesinatos con violencia por el color de la piel. A Abdul William Guibre, un joven italiano de 19 años originario de Burkina Faso, lo mataron en el 2008 a golpes acusado de haber robado unas cajas de galletas. Arafet Arfaoui, tunecino de 32 años, murió en enero del 2019 durante una detención policial. Acudió a un centro de transferencias internacionales en Empoli para hacer un envío a su familia, pero terminó discutiendo con el gestor, que sospechaba que uno de los billetes de 20 euros era falso. Cuando llegó la policía se encerró en el baño, los agentes lograron entrar e inmovilizarlo. Al cabo de quince minutos se dieron cuenta de que ya no respiraba. La causa de la muerte fue oficialmente un paro cardíaco, y la investigación sobre el caso está todavía abierta.
Los nombres de Masslo, Guibre o Arfaoui han sido recordados estos días a raíz de las manifestaciones antirracistas que han surgido alrededor del mundo por el homicidio de George Floyd en Minneapolis a manos de un policía blanco. También se han reproducido en las grandes ciudades italianas. Miles de personas se arrodillaron en la Piazza del Popolo de Roma en homenaje a Floyd. En Milán, una concentración multitudinaria recordaba que también en Italia quedan muchos deberes pendientes contra un racismo que ha crecido estos últimos años, aupado por los mensajes xenófobos de algunos grupos políticos ante la llegada de cientos de miles de migrantes desde Libia.
“Los actos de racismo y hostilidad hacia personas inmigrantes y refugiadas, pero también hacia el pueblo gitano, han aumentado de forma notable entre el 2018 y el 2019, durante el tiempo del primer gobierno de Giuseppe Conte y del ministro de Interior, el liguista Matteo Salvini, también gracias a su continua propaganda racista”, asegura la antropóloga Annamaria Rivera, que recuerda que, según los datos recogidos por la asociación Lunaria, sólo en el 2018 hubo 801 delitos de tipo antirracista o xenófobo.