Tan lejos de la familia y tan cerca de la muerta viven cientos de enfermeras en todo el país, quienes han tenido que desprenderse de sus seres queridos para protegerlos; además la mayoría de los trabajadores de la salud no reciben las herramientas necesarias para enfrentar los riesgos que deja el estar en la primera línea de batalla contra el COVID-19.
En Metepec, una de tantas enfermeras -que prefirió el anonimato- y que labora en un hospital del IMSS Estado de México Poniente, narró el viacrucis que padece desde que empezó la contingencia sanitaria para realizar su labor y evitar contagiar a su familia.
“Lo más difícil que me ha tocado vivir, ha sido separarme de mis hijas y de mi familia por completo, pues con todo el dolor de mi corazón tuve que dejar que se fueran para que estuvieran en aislamiento y evitar así contagiarlas; las veo a través de video llamada”.
Desde que inicio la contingencia sanitaria, dijo, he realizado una rutina de desinfección, a fin de evitar que el virus se quede en casa cada vez que llego a descansar, después de una larga jornada de trabajo.
“Al llegar a casa tengo una rutina desde que abro la puerta, desinfectó todo lo que toco, asimismo tengo un área de limpieza y otro donde coloco mis zapatos, mochila y uniforme, los cuales, también desinfecto; del área limpia tomo mi cambio de ropa -que deje una noche antes- y después me voy a bañar”.
Cabe mencionar que las medidas de protección que deberían ser proporcionadas por las autoridades de Salud, para esta enfermera y sus compañeros han sido nulas, pues tuvieron que comprar su equipo para poder hacer frente a la pandemia, la cual, tuvo un costo de 5 mil pesos.
“El equipo que utilizó para cubrirme del virus lo compre yo y me costó alrededor de 5 mil pesos, ya que en el hospital están restringidos los insumos y si no nos cubrimos, corremos el riesgo de contagio. Por ejemplo las mascarillas que deberíamos cambiarlas cada 24 horas o mínimo cada 48, nos las cambian cada 5 días”.
De igual forma, comentó, sí ha estado en contacto directo con pacientes con COVID-19, y al recibirlos tienen que aplicar el protocolo de recepción que es: realizarle una entrevista de los síntomas que padece el paciente en ese momento y de ser positivo, vocear el código “morado” para que todo el personal tome las medidas necesarias.
El Hospital General Regional 251 del IMSS, ubicado en el municipio de Metepec hasta el pasado martes contaba con 62 pacientes en medicina interna con sospecha de COVID-19 y 10 en terapia intensiva. Asimismo por turno llegan entre 5 y 10 pacientes a atención por triage respiratorio con síntomas.
Debido a la situación que vive dicho nosocomio la enfermera y madre de familia, solicitó a la población en general la posibilidad de poder donarle al personal batas desechables, las cuales, son de suma importancia para desarrollar su labor.