Con una tradición
que data de hace más de 100 años, en el municipio de Tenancingo se elabora el
rebozo de luto con aroma, reflejo del misticismo y costumbres de los rituales
funerarios de los habitantes de este municipio.
A pesar de que su uso ha ido en descenso, esta prenda sigue siendo utilizada
por las viudas o por las mujeres de la familia de la persona fallecida, de
igual forma, durante la época de Día de Muertos es incluido en ofrendas o para
visitar los panteones.
Guillermo Álvarez Segura, artesano de rebozos, explicó que anteriormente se
acostumbraba vestir con esta prenda a las personas fallecidas, o bien,
colocarla en la entrada de la vivienda de éstas, pues se creía que con esto se
engañaba a la muerte y el espíritu de la persona fallecida podía trascender al
paraíso.
Actualmente, él es el único productor del país que continúa con la elaboración
de este característico rebozo mexiquense, oficio que adquirió después de que su
madre muriera, pues ella mantenía viva la tradición de su abuela, quien fue la
primera en confeccionar este tipo de prenda y que desde ese momento se ha
transferido por generaciones.
“Una vez que ella falleció, en pláticas con mis hermanos, tuvimos un pequeño
conflicto de si continuábamos o cerrábamos el taller, vendíamos los telares, o
qué hacíamos, tomamos la decisión de continuar con la elaboración, seguir esa
tradición de familia, para nosotros es como una herencia que no debemos dejar
perder”, apuntó.
También indicó que el rebozo de luto con aroma, actualmente es utilizado como
una prenda para el día, e incluso para fiestas.
“Que lo sigan consumiendo, portando, me hace sentir feliz, contento y
agradable, y al mismo tiempo, me imagino y pienso que tanto mis abuelos y mi
mamá, que en paz descansen, se sienten orgullosos de que sus hijos continuamos
con esta elaboración”, manifestó.
Respecto al proceso de elaboración de esta prenda, explicó que implica pasos
muy particulares, los cuales se suman a los 16 involucrados al tejido de un
rebozo convencional, donde destaca el teñido que le otorga un color negro
brillante que adquiere al sumergir los 3 mil 712 hilos de algodón textil
calibre 60 que integran la prenda, en una infusión de metales y piloncillo.
Posteriormente, una vez secos los hilos, se sumergen en una mezcla de agua,
previamente hervida con rosa de castilla, hoja de naranjo, cascalote, paxtle y
distintas hierbas y especias de la región, lo cual le da su olor particular, el
cual se mantiene a pesar del paso de los años.
Una vez impregnados los hilos con los que se elabora esta pieza, se pasa a un
telar de pedal, el cual le dará forma, dejando sólo las puntas en forma de hilo
para que éstas se conviertan en hermosos tejidos personalizados que hacen cada
rebozo único.
Es de referir que el tiempo de elaboración de estos rebozos va de un mes y
medio a dos meses, y su costo puede variar de 500 a 600 pesos sin ser
detalladas las puntas de la prenda, y hasta mil 800 a 2 mil pesos ya con un
tejido en las puntas de éste.
Guillermo Álvarez detalló también que entre los rebozos que se realizan en su
taller de tres telares, se elabora otro modelo que también es impregnado con
aroma, el de arco blanco, el cual incluye los hilos negros y de colores, mismo
que desde que su abuelo lo introdujo al mercado es utilizado como una prenda de
día.