Con un físico imponente de 1.93 metros de altura, Floyd, que creció en un barrio pobre y de población mayoritariamente negra, profesaba la paz, el deporte y el amor a Dios a pesar de sus antecedentes penales y problemas de adicción.
George Floyd, el afroestadunidense de 46 años cuya muerte a manos de un policía blanco lo transformó en símbolo global de la lucha contra el racismo y la brutalidad policial, fue enterrado hoy en Houston, la ciudad en la que creció.
Con un físico imponente de 1.93 metros de altura, este padre de tres niños era considerado por su familia y sus amigos un «gigante bueno» que profesaba la paz, el deporte y el amor a Dios a pesar de sus antecedentes penales y sus problemas de adicción.
Nació en 1973 en Carolina del Norte, pero poco después se mudó junto a su madre a Houston, en Texas.
Creció en el Third Ward, el tercer distrito de la ciudad, un barrio pobre y de población mayoritariamente negra.
Floyd se destacó en su juventud como deportista, y también incursionó en la música como rapero.
«No teníamos mucho, pero siempre nos tuvimos unos a otros», dijo su prima Shareeduh Tate durante una reunión en su memoria, la semana pasada en Minneapolis.
Su maestra de segundo grado, Waynel Sexton, dijo que Floyd soñaba con convertirse en juez de la Suprema Corte, según un texto que George escribió en su clase cuando tenía unos 7 años.
En la secundaria Jake Yates hacía las veces de hermano mayor de muchos niños, a quienes defendía gracias a su estatura.
Se destacaba en el futbol americano y era excelente jugando basquetbol, deporte que practicó luego como universitario.
«Era un monstruo en la cancha», dijo su hermano Philonise Floyd. «Pero en la vida, en general, hablando con la gente, era una gigante bueno».