Hace 12 años, Mon Laferte viajó a la Ciudad de México en busca de un crecimiento artístico. Pensó que daba un paso hacia adelante, pero nunca imaginó que a través del tiempo se volvería tan chilanga como chilena.
Al principio se perdía entre las calles, que después se convirtieron en su camino al éxito. No entendía el porqué de las quesadillas sin queso y ahora disfruta las de picadillo como las de tinga.
También le costaba trabajo entender la jerga del idioma y hoy saca de onda a sus amigos con un sinfín de palabras domingueras.
“Cuando llegué a México, todavía existían los vochitos verdes. Con los años los vi mutar de color y forma. Hoy tenemos cosas que son parte de nuestro día a día y que antes ni siquiera estaban. La ciudad ha crecido demasiado, tiene mucho de nostalgia, pero también una magia que la hace increíble”, expresó la chilena.
Los hoteles de Tlalpan la inspiraron para Chilango blues
Apoyada en estos dos conceptos es que Mon Laferte compuso “Chilango blues”, el nuevo sencillo que promociona y que extrae de su más reciente disco Norma, con el que realiza una gira por Europa, Estados Unidos, Latinoamérica y México.
“La canción nació cuando circulaba por la Calzada de Tlalpan. Mientras miraba por la ventana, sentí mucha melancolía al ver sus hoteles y moteles. De pronto comencé a tararear y llegando a casa saqué la guitarra y empecé a armarla. Fue magia pura”, dijo Laferte.
La letra se refiere al anochecer, a estar entre pastillas y cigarrillos. Al olor a motel y al ya te olvidé, te veo en Marte. Habla del desamor y del dolor de una ruptura amorosa; abunda en el despecho y la tristeza.
Con este tema, la cantautora explora el rock y lo alternativo. Vuelve a las guitarras y a un sonido más orgánico.
“Al inicio del año, me armé unos ‘playlist’ y me puse a escuchar mucha música noventera. Tomé las guitarras que las había tenido abandonadas, las enchufé al amplificador y empecé a tocar hasta que salieron las canciones”, afirmó la autora.
Viajó a México llena de ilusiones
Fue como volver a un pasado orgánico, como regresar a sus 24 años recién cumplidos y explorando otro país con una maleta cargada de sueños, pero también de mucho miedo.
“Nunca había vivido en otra nación. Yo estaba muy joven, emocionada y con muchas ganas de hacer miles de cosas. Llegué sin conocer a nadie en la música, pero tenía el ánimo de cantar, de crear. Aterricé con muchas maletas y en ellas llevaba mi guitarra e infinidad de ilusiones”, afirmó la cantante chilena.
Al llegar a México, el plan de Mon Laferte era quedarse en la casa de una amiga, que por diversas situaciones no la pudo recibir.
“Ya aquí, no supe ni a dónde moverme. Me preguntaban en qué zona quería vivir para buscar una renta y yo no tenía ni idea. Caminé mucho sin un rumbo definido para tratar de entender un poco más la ciudad, pues es muy grande.
“En el aire, me topé con un taxista. Le pedí que me llevara a un hotel, alguno que él creyera que era lo mejor y acorde a mis posibilidades. Entonces, me llevó a la Zona Rosa. Estuve ahí durante dos semanas hasta que salí a buscar un departamento, pero no me rentaban porque estaba recién llegada y no tenía papeles de trabajo”, recuerda la compositora.
Hasta ese momento comprendió que las cosas no serían tan fáciles como las había imaginado.
“Eso es lo que le pasa a todos los migrantes. Llegamos, no conocemos a nadie y no tenemos trabajo. Por fortuna, me fui topando con gente buena y una señora confió en mí y me rentó. Hoy, México es mi casa, mi hogar. Ya me di cuenta que soy bien chilanga no solo en mi forma de hablar, también en pedir la comida”, afirma la cantante.
«Al estar entre amigos se me salen muchas palabras y los hago reír. Me dicen que ya me salió lo chilanga, pero obviamente no me doy cuenta, lo hago de manera natural. Pido las quesadillas a sabiendas que no llevan queso y me da mucha risa”, dijo Mon Laferte.