El informe expone que la falta de pruebas implica un subdiagnóstico y el subregistro de muertes por COVID-19 “muy sustancial”. Se estima que una de 30 infecciones no se detectan.
El informe señala que siendo México la undécima población más grande del mundo, es el tercer país con más muertes por COVID-19 reportadas a escala global y ocupa el cuarto lugar en exceso de mortalidad.
El estudio que encargó la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que reveló que 190,000 muertes en México se pudieron haber evitado durante la epidemia , también enumeró una serie de deficiencias, entre ellas políticas, para atender la crisis.
“Los datos muestran que México fracasó en su respuesta a la pandemia en relación con países comparables. El país tiene una de las tasas más altas de casos y muertes por COVID-19 a pesar de ocupar los últimos lugares en aplicación de pruebas. Esta escasez de pruebas implica que el subdiagnóstico y el subregistro de las muertes por COVID-19 es muy sustancial”, concluyó el informe “La respuesta de México al COVID-19: Estudio de Caso» .
En él se señala “un número excepcionalmente elevado de infecciones no se detecta (aproximadamente una de cada 30)”, que aunque la alta prevalencia de enfermedades crónica ha contribuido en las elevadas tasas de mortalidad, incluso en población no anciana, pues señala que el 50.6% de las muertes se han producido entre la población de menos de 65 años, en comparación con el 18.7% de Estados Unidos, que existe una proporción de muertes extrahospitales alta, estimado en 58%, según cifras del INEGI.
Desde las primeras páginas del documento elaborado por investigadores del Instituto de Ciencias de la Salud Global, de la Universidad de California, San Francisco, se advierte que las consecuencias han sido devastadoras, por lo que es necesario instituir algún nivel de responsabilidad política por un liderazgo y desempeño deficientes.
“No es una coincidencia que los países con el peor desempeño en su respuesta a la pandemia de COVID-19 tengan líderes populistas. Tienen rasgos en común, como minimizar la gravedad de la afección, desalentar el uso de mascarillas, priorizar la economía sobre salvar vidas y negarse a unir fuerzas con oponentes políticos para desplegar una respuesta coherente”, escribe el director del Instituto, Jaime Sepúlveda.
También han interferido activamente en la implementación de políticas sanitarias sólidas, por razones políticas. Jaime Sepúlveda.
En el estudio participaron Eduardo González-Pier, del Wilson Center, Carlos del Río, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory, y Enrique Cárdenas, presidente comité ejecutivo de Signos Vitales, además de otros especialistas.
Además se tuvo el apoyo de otros expertos consultados como el ingeniero químico Alejandro Cano, el economista Luis de la Calle, el exsecretario de Salud Julio Frenk, el presidente de México Evalúa y el COMEXI, Luis Rubio, la presidenta de El Colegio de México, Silvia Giorguli, el académico del Tec de Monterrey, Carlos Elizondo, y el director del Instituto de Nutrición, David Kershenobich, entre otros.
No es la primera vez que se cuestiona el manejo de la pandemia y se sugieren cambios tanto en el control como en la comunicación sobre ella. A finales de 2020, un grupo de expertos de distintos sectores e instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales, publicaron el documento Reflexiones sobre la respuesta de México ante la pandemia de COVID-19, en el que se sugirió incrementar el número de pruebas tanto rápidas como diagnósticas, el uso obligatorio de cubrebocas y un cambio en el modelo de comunicación.
En respuesta, el subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, Hugo López-Gatell, señaló que a partir de las reflexiones se podía hacer un “alto en el camino” y revisar lo que se deba mejorar. Pero más tarde, señaló que ya se estaban tomando en cuenta las consideraciones y que darían respuesta a los puntos señalados.
En relación con el tema de las pruebas, el informe coincide que el acceso limitado a las pruebas y el diagnóstico de la enfermedad puede generar que una proporción del exceso de muertes esté relacionado con COVID, pero se desconoce. Pone el ejemplo de Michoacán, Oaxaca, Veracruz y Chiapas que tienen menos muertes confirmadas por COVID-19 en relación con su población, y advierte: “en estos estados el subdiagnóstico es más alto debido a una mayor escasez de pruebas”.
El estudio señala que para febrero de 2021, México ocupaba el puesto número 156 en número de pruebas por millón de habitantes entre los países de todo el mundo, de 203 países con datos disponibles, mientras la tasa de positividad se ha mantenido consistentemente en el rango del 30% al 50%, esto –de acuerdo con los investigadores– apunta a un infradiagnóstico significativo y una transmisión fuera de control desde que se detectaron los primeros casos, pues obstaculizó la capacidad de implementar otras medidas para su control.