Los habitantes del
Pueblo con Encanto de Temascalcingo, municipio reconocido por ser la cuna del
paisajista José María Velasco, conmemoran cada año el “Jueves de Corpus”,
festividad religiosa y popular que se realiza 40 días después de la Semana
Santa.
Como es común en México, en las fiestas se conjuga la cosmovisión de los
pueblos originarios con la fe católica y en este caso, de acuerdo con los
relatos de abuelos, bisabuelos y las generaciones anteriores a ellos, esta
celebración se remonta a tiempos precolombinos en los que, para evitar la
sequía, los habitantes realizaban danzas y cantos a fin de atraer lluvias para
sus cultivos de maíz y tener buenas cosechas.
Por lo que, a finales de mayo o principios de junio, se celebra el “Jueves de
Corpus”, que coincide con el calendario agrícola y el culto solar de los
aztecas, conjugando la fe católica y las antiguas creencias de los pueblos
originarios.
Actualmente, aquellos ritos se fusionaron con la celebración del Corpus
Christi, proveniente del cristianismo, que entre la tradición popular mexicana
es conocida también como el Día de las Mulas, la cual se realiza en América
Latina y en gran parte de Europa.
Se tiene registro que esta celebración se realiza desde 1526 y en México este
día se acostumbra a rendir culto al Santísimo Sacramento.
En Temascalcingo, municipio ubicado a una hora con 50 minutos de la capital
mexiquense, y al cual se llega por la carretera Toluca-Atlacomulco, los
festejos inician en la víspera al Jueves de Corpus, es decir, el miércoles,
cuando todas las capillas de los barrios de la cabecera municipal se visten de
fiesta con el repicar de las campanas, el cual reúne paulatinamente a todos los
participantes que, en conjunto, llegan a rebasar los 3 mil “Viejos de Corpus”,
también conocidos como Xitas.
Una vez reunidos los grupos de Xitas, conformados por el Papá Grande, la Mamá
Grande y los hijos, se agrupan por familias que representan a cada barrio de
Temascalcingo y empiezan a recorrer bailando sin parar al compás de la tambora
y del violín, las calles de sus localidades.
Como símbolo de fortaleza, disciplina y orden, a lo largo del recorrido los
acompaña un torito, el cual lleva en su hocico una mata de maíz que significa
la fertilidad.
Durante la víspera, las personas de cada barrio celebran la fiesta, regalan
atole y pan, como símbolo de gratitud a las personas que asisten a presenciar
esta tradición ancestral.
Con el alba del jueves, nuevamente las campanas llaman a los Viejos de Corpus a
llevar en procesión al Santo Patrono de sus respectivos barrios hasta la
parroquia de Temascalcingo, en donde el Santo Patrono es resguardado
temporalmente.
Los Viejos Xitas salen a festejar con entusiastas bailes acompañados de
violines y tambores, durante estas horas, los habitantes y dueños de comercios
regalan fruta y distintos productos hasta que, a las 12 del mediodía, paran su
algarabía para acompañar a sus santitos a la procesión y posteriormente
sentarse a comer las viandas que sus familiares les llevan hasta el atrio de la
iglesia, como mole, tortillas, salsa y frijoles, acompañados del tradicional
pulque.
Tras agradecer un año más de vida al Señor de la Coronación y pedirle su
bendición, los Xitas emprenden el regreso a sus comunidades, en donde son
recibidos por sus familiares y por las sonoras campanas de las capillas a las
que entran para dejar a su Santo y bailar nuevamente para alegrarlo.
Al salir de la capilla, y como parte de la tradición, los Viejos se dedican a
la “siembra del dulce”, que consiste en esparcir dulces con un arado para el
disfrute de las decenas de niños que se aglomeran para recogerlos y
saborearlos, pues de esta forma se busca que las cosechas sean abundantes.
Antes de finalizar el ritual, todos se forman en círculo y, desde el más
pequeño hasta la Mamá Grande, pasan a torear al torito, faena que termina con
la presencia del Papá Grande que, al final, cae muerto. La Mamá y sus tristes
hijos lo sacan del ruedo entre llantos y sollozos que se mezclan con el humo del
copal, los cohetes y la música que anuncian su deceso.
Durante la reunión final de los Viejos de Corpus, en la que se reparten todo lo
que se juntó a lo largo del día y se disponen a cenar, de pronto, de su tumba,
sale brincando el Papá Grande y al alejarse dando saltos se le escucha decir:
¡Volveré el año próximo!, lo cual significa que su espíritu, y el de todos los
viejos que ya se fueron años antes, sigue presente en la comunidad y, en
especial, entre los Viejos Xitas Corpus de Temascalcingo.
Además de esta celebración, este Pueblo con Encanto es reconocido por sus
artesanías como de cerámica a la alta temperatura como vajillas, floreros,
fruteros, licoreras y demás utensilios y objetos decorativos, así como textiles
mazahuas hechos con telar de cintura como quexquémetl y fajas.
También ofrece a sus visitantes una extensa variedad de gastronomía entre la
que destacan platillos como pollo en chirrión, charales con nopales en salsa
verde, mole de olla y bebidas como pulque, charape y sambumbia.
Entre los sitios que tiene para conocer destacan la Casa de Cultura “José María
Velasco”, las cuevas de Tzindo y de Ndareje, la Parroquia de San Miguel
Arcángel, la Iglesia de Santa María Canchesdá, las Cascadas de los Pastores y
el Parque ecológico “El Borbollón”.