CUANDO MATAR GORRIONES LE COSTÓ LA VIDA A MÁS DE 20 MILLONES DE PERSONAS

Por Alexander Martínez

Que el ser humano es la especie dominante de este planeta, es una idea generalizada y extendida por el mismo hombre desde hace siglos y atenuada aún más desde que Charles Darwin proclamara su famosísima teoría de la evolución y fomentara la idea de que solo los organismos más aptos pueden  sobrevivir.

En cierta ocasión, el escritor mexicano Guillermo Fadanelli mencionó un aforismo muy interesante que dice:

“En Lisboa he visto a las palomas meterse a cafés a picotear las migajas. Se pasean sin rubor entre las piernas de los clientes. La explicación de esta osadía es que no hay perros que las molesten y las obliguen a huir; así también los animales que debían reinar en este mundo se han ido y los humanos se pasean sin pudor desmigajando al planeta”

Hablando sobre la autoproclamada supremacía de nuestra especie, hoy  te mostraremos un episodio de la historia en que los humanos actuaron negando la razón científica o desaprovechando el conocimiento empírico, incluso en contra de sus propios intereses. Además, si tomamos en cuenta la ignorancia de la gente fomentada por sus gobernantes, el resultado que se obtuvo fue catastrófico.

La historia de hoy, se ubica a finales de los años 50 en la China comunista de Mao Zedung o Mao Tse-Tung , más específicamente en el año 1958.  Cuando  la Revolución que proclamó la nueva República Popular en 1949 obtuvo la victoria, el máximo dirigente del partido comunista Mao Zedung llevó a cabo un proyecto llamado “Gran salto adelante” que tenía por objeto aumentar la productividad en la agricultura y sector industrial empleando el máximo de capital humano posible y así evitar depender de las importaciones del extranjero. El plan pretendía movilizar a toda la población en general en un esfuerzo colectivo convenientemente dirigido.

Cartel propagandístico del «Gran Salto Adelante»

Dentro del citado proyecto, hubo una campaña en particular: la “Campaña de las Cuatro Plagas”. Esta campaña consistió en clasificar a una serie de animales como extremadamente peligrosos para la productividad agrícola e industrial de la republica. Y así, sin estudios ni pruebas, el gobierno chino decretó la eliminación total de ratones, moscas, mosquitos y gorriones.

En particular, el gorrión fue uno de los animales más odiados, pues los agricultores veían como sus almacenes de grano disminuían considerablemente por la acción de estas pequeñas “alimañas”.

De acuerdo con los cálculos de los comunistas, cada gorrión se alimentaba con alrededor de 4,5kg de arroz al año, así que por cada millón de gorriones muertos habría alimento para más de 10 mil personas.  Por ello, Mao Zedong llegó a decir: “Los gorriones son una de las peores plagas de China”.

Y fue así como toda la maquinaria propagandística del gobierno comunista de Mao se puso en marcha para hacer cumplir su mandato, llegando él mismo a involucrarse de forma personal. La campaña tuvo una efectividad descomunal. Lo que decía el partido era lo que se hacía y nadie podía discutir ninguna orden, incluso el ejército tuvo su participación en la labor de erradicar los animales proscritos.

Mientras los jóvenes se encargaban de eliminar a los gorriones con métodos como el envenenamiento y la destrucción de nidos y huevos, niños y ancianos hacían su parte cazándolos con resorteras. Además, si se veían gorriones volando, los ciudadanos gritaban, daban palmadas o agitaban telas y banderas, para impedir que las aves tocaran el suelo; con este método terminaban tan agotados que caían fulminados por paros cardíacos.

Los periódicos proclamaban constantemente mensajes de guerra y desprecio contra los gorriones, incluso el Diario del Pueblo de Pekín titulaba: “Ningún guerrero se retirará hasta que se gane la batalla”, “Todos deben unirse a la batalla con ardor y valentía; debemos perseverar con tenacidad revolucionaria”.

Obviamente, todo ese esfuerzo colectivo de la población dio un resultado espectacular, tan solo  en unos meses los gorriones habían sido casi totalmente exterminados del territorio chino.

Niño chino mostrando los gorriones que cazó

Seguramente recordarás de tus clases de biología, que existen unas cosas llamadas cadenas tróficas (o cadenas alimenticias) que señalan las relaciones alimenticias entre productores, consumidores y descomponedores; en palabras sencillas, describen quién se come a quien en un ecosistema, y el desequilibrio que ocurre si uno de los eslabones desaparece.

Bueno, aunque Mao Zedong las pasó por alto, no fue así en el caso de otros; en 1960, cuando científicos estadounidenses de la National Academy of Sciences  de Washington tuvieron conocimiento del genocidio ecológico de Mao, quedaron tan  alarmados que publicaron un informe de investigación donde se aseguraba que los gorriones se alimentan sobre todo de insectos, y en mucha menos cantidad de granos, poniendo sobre la mesa los peligros de desequilibrar la cadena trófica. Pero, al provenir de un país ideológicamente enemigo, Mao Zedong decidió ignorar esta investigación  y prosiguió con su plan de exterminio.

Sin embargo, con la naturaleza no se juega y las consecuencias no tardaron en manifestarse. Con casi la totalidad de gorriones muertos los insectos comenzaron a multiplicarse por millones, y por si fuera poco, aparecieron las langostas, que con sus inconmensurables enjambres asolaban todo a su paso.

Fue entonces cuando Mao Zedong tomó en consideración las investigaciones de algunos científicos chinos respetados; éstos analizaron los sistemas digestivos de muchos gorriones y hallaron que sólo una cuarta parte de su contenido era grano cultivado por el hombre, siendo las otras tres cuartas partes insectos dañinos. Fue entonces cuando Mao se dio cuenta de que había estado equivocado, pero sin reconocer públicamente su terrible error, mandó difundir la orden de parar la persecución con un simple «suàn le»  (Olvídenlos).

Sin embargo el mal ya estaba hecho, con millones de gorriones exterminados e insectos dañinos y langostas ocupando su lugar y sin la existencia de algún otro depredador que se ocupara de ellos, la devastación y arraso masivo de las cosechas dio lugar a lo que se conoció como “La Gran Hambruna China”, donde entre 20 y 40 millones de personas murieron víctimas de la pobreza absoluta.

Durante la gran hambruna china, murieron entre 20 y 40 millones de personas

El mandatario chino no quiso ensuciar su prestigio al reconocer su ignorancia y el grave error cometido, así que en extremo secreto, solicitó a la Unión Soviética de Nikita Khrushchev la entrega de 200.000 gorriones, que solucionaran aunque sólo fuera levemente, la aniquilación de millones de ellos por los disciplinados ciudadanos chinos.

Resulta interesante ver hasta que punto las decisiones de los gobernantes pueden llegar a perdurar en el tiempo. Hoy día, después de muchas décadas  que cesó la orden de perseguirlos, la mala fama del gorrión sigue persistiendo en China, y todavía numerosos campesinos (ignorantes del funcionamiento de las redes tróficas) siguen eliminándolos si tienen la oportunidad.

Los nuevos gobiernos chinos debieron ser conscientes de estas prácticas negativas que se mantienen en el tiempo, y en  agosto de 2001 China estableció el estatus de ave protegida para el gorrión. Aún así, tuvo que promulgar leyes posteriores para endurecer las penas contra los cazadores y vendedores de gorriones, y también contra quienes maten estos animales, avisando de que serán “severamente castigados”.

Ahora, los gorriones siguen bajando de población, pero ya son otros los factores principales: los pesticidas aplicados sin control en la agricultura y la agresión al medio ambiente en general.

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